Garbo y Greta

Soy de pelo corto y fino. De color café, peso al menos unos cinco kilos. Lo sé por la báscula del baño y porque me aprendí las tablas de multiplicar con Sebastián cuando era pequeño. Además, tengo una mancha blanca alrededor de un ojo, el derecho. El cachorro que nació detrás mía la tenía enSigue leyendo «Garbo y Greta»

La confesión

Tomás se arrodilla ante la lápida. “Amigo, perdóname. Me siento tan miserable. La verdad es que he venido buscando a Laura porque quiero contárselo todo. Llámalo egoísmo, pero no puedo más”, susurra. El anciano apoya sus manos huesudas en el suelo para levantarse. Le tiemblan las piernas. Es entonces cuando descubre a Laura, quien situadaSigue leyendo «La confesión»

Felipe El Negro

No sentía el calor de la lámpara de los interrogatorios en su testa, pero adivinaba unos ojos ocultos y atentos a sus movimientos. Todavía aturdido, no terminaba de recordar cómo había llegado hasta allí. Tenía la cabeza como una olla a presión. Seguramente aquel sería un madero hijo de puta que lo había pillado desprevenido.Sigue leyendo «Felipe El Negro»

Alma en las raíces

Una cohorte de hormigas sortea mis raíces. Despojadas del verde de su ornamento, las lianas se desprenden de mis ramas en busca de tierra. Son adventicias como mi afán de supervivencia, esa energía que me ata a la materia. Hoy un dron araña mi corteza. Tengo nostalgia del peso de aquellas bolas de goma golpeándomeSigue leyendo «Alma en las raíces»

Respeto

Dicen ahora que peino canas. Alojado entre las líneas de diferentes caras, envuelto en la materia. Trozo de carne que, en la jerga de andar por casa, llaman jeta. Rostro, en sentido dieciochesco. Semblante, facciones, todo en tropel y ninguno es auténtico. Chispa inmortal, suerte, causa de envidia, sangre, muerte y vacío … Tu vozSigue leyendo «Respeto»

La otra rana del Tormes

Llevaba al menos un mes con el flamante manual de Derecho Romano cosido al sobaco. Lo siguiente era la convocatoria de gracia previa a su expulsión de la facultad. Solo pensarlo le producía urticaria. Las horas se disipaban con irreverencia conforme la fecha se aproximaba. En su mesa no cabía un alfiler. Se ausentó deSigue leyendo «La otra rana del Tormes»