Gracias

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Arte urbano en la fachada del centro histórico de Cartagena

Quedó abierta la puerta de la jaula

El objetivo se me acelera

Ideas sobrevuelan en vena.

Ese viaje que me habla

Éxtasis, bendita palabra

Hoy el agua es más clara

Veo poesía un escenario.

A cuentagotas y a diario

Escucho a unas cuentistas

Se autoproclaman musas

Las mías son obtusas

Les ponen las aventuras.

Gracias os doy gracias

A esas meigas del alma

Tarea extraña … calma

No apagues mi llama

A fuego lento ¡Qué arda!

Esta noche es parda

Me encanta tu karma.

Halloween

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Plaza del CIM. Cartagena.

Tu eres el último adiós de mi conciencia

Ahora resulta que nos sois vos, soy yo

Un guiñapo me siento: advertencia.

No hace falta bajar al arroyo

sobre la cuerda y sin apoyo

se equilibra una balanza

Desenhebro el ego de mi yo

Y en el centro de la plaza

Subo al cielo con guasa

Y una voz me dice: Pasa …

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Huellas en la arena de la playa. Cartagena. La Manga.

Hoy me siento anónimo

Ya no oigo tus llaves

el mar a raudales

arden nuestras cosas.

Ya no tiene gracia

esa casa de muñecas.

No me gusta el final

y si cambias de plan

Es la noche un fantasma

Esto no es un adiós

Palidece un rostro

es el miedo

Taranta

Interior del Museo Regional del Foro Romano en Cartagena.

Largo camino el de la nostalgia

roca agreste y amarga

en tu mirada la noche es larga.

sobrevivir en la distancia

mi voz es la conciencia

La niñez es aún oruga

en solitaria purga

Exhorto a la paciencia

me reengancho a la esperanza.

cruel hasta decir basta

La vida es como esa lanza

La vista no era tan alta

cómo duele la añoranza

¡qué triste es esta taranta!

Secretos

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Nácar en una oreja de mar.

No puedo inventarte. Te resistes y deshaces

cada vez más difícil, recóndita, inefable

lo invisible de mi carne, me dices que no es tarde

que le de brillo a mi sangre, respirar libre y secreta.

Escribir en cometas, entregarme en palabras

hacerte un poema, la síntesis concreta

elipsis del alma, mi esencia en unas letras

la coma de un párrafo incontable

El último intermedio, se acabó mirar atrás,

Es la hora … punto y final

Fuego

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Instalación …

Pasa el tiempo y no encuentro, el punto la materia

Es mi letra pequeña, la caligrafía negra

anacrónica historia de mis días de novela

No sé dónde agarrarme. ¡Que termine esta comedia!

Ese aparte distante es mi mundo, el océano

camuflado entre egos, chupa mi sangre el miedo

Este instante es errante, vértigo del absurdo

abstracto e inconcreto en cuerpo obsoleto

No quiero este mi reino, donde me siento lejos

Búscame entre las nubes, vuela un cuervo en el cielo

De dónde vienes lava, oscurece una estrella

El egoísmo lo siento, ¡Diablos!, vete lejos

Una indocumentada, la falsedad en Judas

Deja de huir cobarde, más amargo que el infierno

Eso quiero … irme lejos.

Mi ángel

Mi sombra en la orilla del agua. Cartagena.

En alguna ocasión, te he dicho que te quiero

un nudo en la garganta, la ignorancia el miedo

en solo unos días en mi mente un recuerdo

sobran estas palabras, me deshacen por dentro.

No entiendo esta vida si tú te vas lejos

momento infinito esa prórroga al tiempo

burlando la carne ya estás en el cielo

es tu voz un señuelo, un espíritu eterno

es la muerte implacable, lo estoy viendo y lo niego.

Duro adiós es mi sangre, dormido silencio

oigo una voz es tu ángel que sabe que te quiero

eres tú, es tu esencia, un murmullo en el viento

agarrada a este abrazo, el adiós me es ajeno

dónde vas, no te vayas … Es tu abrigo el que siento.

El miedo

Pintura en la fachada de un inmueble abandonado. Cartagena

Escuchó el sonido del teléfono desde su dormitorio. El maldito timbre retumbaba por toda la casa hasta estrellarse en sus tímpanos.

—Carla, ven al hospital.

—Pero papá…, ¿mamá, está bien?

Entonces su voz tenía miedo, igual que hoy, aunque aquel le parecía más blanco. Ha llovido demasiado desde ese día y ocurre que, esta vez siente el amargor de hiel de la muerte más próximo. Así es que tiene verdadero pánico cuando oye el timbre del aparato, el telefonillo de la calle o la puerta.

Se acuesta pensando en si será en este momento o aún se quedará con ella un día más. El abuelo los dejó cuando era una cría y ahora las canas brillan en su cabeza. El temor a escuchar el sonido del teléfono le impide conciliar el sueño.

Le cuesta horrores despertarse. Da igual si el día anterior durmió por la tarde. Las noches se le hacen cortísimas. No puede descansar. Un pensamiento negro invade su mente. De nuevo esa angustia. Es inevitable, se siente tan vulnerable y chica.

Es cierto que no se lanza a descolgar el auricular cuando suena, y aunque el sonido del móvil es diferente, en su mente todo ocurre del mismo modo. El olor del pánico la envuelve. Siente como un escalofrío y se estremece. “Es ley de vida, me consta, pero eso no significa que lo acepte fácilmente”, piensa.

Con el abuelo todo fue diferente. También él era mayor que mamá. Ella aún es joven, solo tiene ochenta años … “¡Qué estoy diciendo! No es que sea vieja, es que ya es una auténtica anciana”, suspira.

Sin embargo, para Carla su madre no es tan mayor. No ha querido ver el paso del tiempo en su cuerpo, al menos no era consciente hasta hoy. “¡Tengo miedo!”, se confiesa a sí misma.

Y, ¿por qué me acuerdo tanto del abuelo últimamente?, se cuestiona. Fue el primer ser cercano de la familia que se iba. Ella era aún una niña. Mira que he visto ataúdes desde entonces, pero aún tengo el brillo de aquella patina color cerezo en mi retina, barrunta.

Entonces sufrió en sus carnes el mercadeo que se mueve en torno a los muertos. Tal vez le afectó tanto porque adoraba a su abuelo o quizá porque fue el primero en morir de la familia que hasta entonces ella conocía. El impacto de aquel día aún vive en su memoria y eso que Carla ya es una señora madura.

“Ojalá pudiera regalarle una década de mi vida a mamá con esa energía y esas ganas de vivir que tiene. Es tan duro, tan tremendo. Aún no me lo creo y puede ser en cualquier momento”. Eos pensamientos se revuelven en su mente. Una idea le viene y al rato, otra más disparatada, vuelve a sacudir su mente.

Decide irse a la cama. Es tarde y está agotada. Estos días son tremendos. Siente que se avejenta a cada instante. Le duele el paso del tiempo. Este pensamiento machaca su cabeza.

“¡Qué injusto es este puto mundo que nos ha tocado vivir! Y que ingrato es el ser humano. Siempre queremos más. Nunca es bastante …”, se dice a sí misma.

Suena el teléfono. Es el móvil, tantea a ciegas la mesilla de noche. Las gafas se le caen al suelo y enciende el interruptor de la luz. Por fin, ve la funda de cuero sobre el cristal. Lee: “hermano” en la pantalla del aparato y siente cómo si su corazón quisiera paralizarse …

—Cariño. No te asustes. Son buenas noticias, querida—, escucha la voz sonriente de César. Está como pletórico. Cada vez entiende menos qué está pasando. Sigue teniendo miedo. No se atreve ni a preguntar …

—Nena, que soy yo. Mamá está perfectamente. Hubo un error en el informe y se confundieron de historia clínica.

—Sí Carla. Es cierto, Escucha cariño. Soy mamá y pienso seguir aquí más tiempo. ¿Me oyes, estás ahí? Hija…

Gaviota

Gaviota en la playa. La Manga.

Pintas sueños en aire

Negra, blanca y manchada

Son tus alas de hada

Gaviota en desaire

Vuelas entre donaire

Acurrucá en tu nuca

No me caigo nunca

Me haces libre mi dueña

No me siento pequeña

Cuando estoy a tu lado

Bajo el mar de tu amparo

No siento ya reparo.

Angelical, bárbaro

El viaje es inmortal

La libertad total

Mi gaviota es real

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