La belleza

Hay en la belleza un halo de valentía

que pone al hombre frente al espejo

de una forma distinta.

Tiene la belleza ese adictivo de silencios

que dejan los ‘posos’ de un poema.

Puede la belleza diluir la tempestad

ver rojo en el azul y ponerle

blanco al negro

así como hace la música con las fieras

solo es necesario… saber mirar

Amar esos reflejos.

Pelfas

Sabe en qué momento soltar sus ‘pelfas’

sus tres kilos de amor me dejan bizca

entiende que no me gustan ni pizca

por como cuido mi rincón de adelfas.

La música que sale por sus belfas

me reclama si me olvido del pienso.

sobre sus cuatro patas se ve tenso

hasta que le pongo una peli Güelfa.

Hace caso omiso a todos mis ruegos

aunque luego resulta que es coqueto.

creo que va a ampliar con más Pipos el censo.

Y a pesar de qué le gustan los juegos.

cuando acabo de asearlo por completo

se marca un posado y me mira denso.

Aclaración: En el dialecto huertano o ‘panocho’ propio de la Región de Murcia y en concreto de las gentes de la huerta, pelfa es lo mismo que una ventosidad o pedo.

Mi voz

Me quedé sin una voz, con la que expiar el habla

en la lengua se enredaron todas mis palabras

oigo el eco de esas voces, que a gritos me llaman

tal vez sea porque el hoy, es mi único mañana.

Poco el importa el ayer, ya no existen más mantas

las palabras que escucho, cada vez son más claras

no quisiera olvidar, todas las enseñanzas

que es la vida una flor, no quieras amargarla.

Cuando el día termina, se despiertan las almas

a lo lejos se escuchan, esas viejas campanas

es el alba la senda, donde encuentro mi karma

la canción el soneto, la poesía me salva.

La planta

Yo era la que decía que jamás

tendría una planta artificial

ahora confieso que me gusta más

veo en ella un halo celestial.

En determinados días es bestial

todo me recuerda que tú no estás

ojalá fuera como el santo grial

alzar la vista y oírte detrás.

No existe un segundo del día

en mi mente esa melodía

que ansía el poder volver a verte.

Escuchar tus pensamientos… mirarte

el instante, nuestro mundo aparte

cuidar esa planta es cosa mía.

Mi familia

En cuestión de unas horas la mesa se llenará

la alegría las bromas y la amistad

Tanta gente pasa hambre

qué vergüenza te dará

No me olvido… que tú me enseñaste

lo que es la Navidad.

Aunque corra el tiempo y los días pasen

éste no será un año más

carpetazo a los problemas…,

que esta noche sois

vosotros,

la única urgencia.

Feliz Año Nuevo… mi bonita familia.

Cuento de Navidad

Ocurrió en la mañana del día de Nochebuena. Hasta entonces la Navidad no parecía tener nada de especial. Faltaban los mismos, los menús serían diferentes y la felicidad surgiría de forma improvisada en los ratos en que Teresa decidiera dejar de mirarse al espejo. Las arrugas la delataban. En los últimos años la edad le había pasado factura a pasos agigantados. Sin embargo, los pliegues que ahora tenía su piel no eran fruto de las carcajadas ni de las risas. Más bien respondían a las soledades que Teresa acumulaba con el paso de los años.

Solo ella era la culpable de la tristeza que veía ahora en el espejo. Se había cargado su brillante carrera ocupada siempre en ser pluscuamperfecta olvidándose de sí misma. Las canas estaban ahí blancas, impertérritas, mortecinas… por mucho que Teresa se empeñase en simularlas con tintes y mechas. Sus ojos ya no sabían mirar enfrascados en la añoranza del pasado. Todo a su alrededor tenía un aire manido como si las agujas del reloj se hubieran estancado en otros tiempos ahora muy lejanos. Los días parecían idénticos…

El timbre de la puerta la despertó de su letargo. Al abrir la sorprendieron dos pares de chispeantes ojos. Eran Santiago y Marina, los nietos de la vecina que habían venido a pasar las vacaciones con su abuela. Los niños le mostraron el interior de una bolsa que sujetaban diciéndole en tono de súplica.

— Puedes ayudarnos a hacer la estrella para el belén del nacimiento.

Doña Olga, su vecina, no había olvidado ni un solo detalle. Allí había papel, pegamento, gomas de borrar, botes de purpurinas, acuarelas, tijeras, rotuladores, ceras, lápices de colores, papel celo, y varios rollos de cartulinas en diferentes tonos dorados. Teresa contenía las lágrimas… Lo que más le llamó la atención fue un pequeño bote de purpurina color plata.

Es para pintar el resto de estrellas del cielo. La abuela dice que nadie debe estar solo en estas fechas.

Silencios

A veces el silencio es un poema

Las palabras capean los vacíos

en letras no escritas;

sin más armas que un verso.

Gotas de lágrimas secas

en el diluvio del ego…

A veces sobran las líneas,

las voces callan en la nada,

la tinta sale a tomar el aire,  

el alma respira en vocablos

el yo está herido

sin reverso…

A veces es mejor el silencio.

Poesía

Es el deseo las risas la quimera

la verdad subyacente

la soledad en la rocas

despojada de su vértices

la tristeza desvestida

a contracorriente siempre

sin las prisas del mañana

ni los gritos del pasado

cae la lluvia que no moja

en el cielo un ángel pliega sus alas

la poesía supera las palabras

sin máscaras.

Es el deseo las risas la quimera.

Calma

Amanecer en el Mar Menor.

Hay mañanas en que el cielo

se confunde con el agua

las nubes están en pausa

la vida guarda silencio

en el estanque del alma.

Por eso es que voy al mar

cuando necesito calma

en ese azul atemporal

en que las voces callan

Es mi soledad la que habla…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nervio

El constante mordisco de mi nervio

la tortura en el sopor de este invierno

implícito dolor que es sempiterno

donde lo nimio se muestra soberbio.

Es imposible inventar el adverbio

numerar las piezas de este desastre

la losa del tiempo dispara el lastre

mi luz se va apagando con el viento.

Esta lucha se desata el tormento

el hambre voraz que no es de alimento

tiempla la voz de un tambor en mis huesos.

Escucho a gritos la lumbre en mis sesos

esa fuerza oscura en mi pensamiento

rearma la hoguera y prenden los versos.

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