Cuando pienso que ya nada es posible me sorprendo en mi plena construcción siempre hay gestos que llaman mi atención y me empujan a ser a más invisible. A creer que no existe el imposible, a olvidarme de la equivocación a enfrentarme a mi propia destrucción, en un pulso con mi ego más sensible. ASigue leyendo «Tantán»